Un Manual Para Privatizar Todo

Interamerican Institute for Democracy

Conferencia de Incorporación
Oscar Garcia Mendoza Sobre “El Desconcierto Venezolano”

Miami, Florida
7 Noviembre 2017

Venezuela es un tema agobiante. En años de prosperidad poco o nada se hablaba sobre ella. Señal que íbamos bien.

Hoy no pasa un día sin que una noticia peor que la otra, se sume a la tragedia que vivimos. Cada vez se aleja más la solución.

Los países no se acaban, pero si su gente.

Venezuela es un país forajido, está ocupado por mafias de la droga, del terrorismo internacional, por bandidos del país quienes lo han entregado a esas organizaciones del mal. En estos bandidos incluyo, muy especialmente, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que ha sido y sigue siendo, el factor primordial de sostén del Estado fallido venezolano.

Para iniciar cualquier cambio es imprescindible eliminar y sustituir por cualquier medio esta situación. Será enormemente complicado y necesitará de grandes esfuerzos. Pero debe hacerse y de manera drástica.

Venezuela de ser un país muy pobre pasó a la extrema riqueza con el descubrimiento del petróleo. Tal fue su importancia, que durante la segunda guerra mundial fue el proveedor, en el Atlántico, de la mayor parte del combustible usado por las fuerzas aliadas para triunfar.

Lo que hoy son Arabia Saudita, Dubai, Qatar, los Emiratos, fue la Venezuela de los años 50,60. Tuvo una riqueza enorme, derivada de una materia prima producida con casi ningún costo y poco esfuerzo.

Así fue hasta muy entrados los 80 y principios de los 90.

Sin embargo hay un gran problema: la propiedad del subsuelo es del Estado y no de los ciudadanos.

Desde la colonia las leyes españolas reservaron la propiedad del subsuelo al Estado. No solo en Venezuela, sino en toda América.

Esa propiedad del subsuelo permitió la creación de un estado todopoderoso.

Durante los años 20, media Venezuela fue otorgada en concesión a empresas petroleras extranjeras privadas con grandes capitales y excelentes tecnologías. El Estado recibía una participación, cada vez mayor, en las riquezas que generaba el subsuelo.

Las concesiones tenían fecha de vencimiento y debían revertir al Estado. Ese poder extranjero, fuertemente utilizado por las transnacionales petroleras, hería la soberanía, irritaba a los venezolanos. En 1975, anticipando la reversión, se estatificó el petróleo y se fundó PDVSA. Todo el poder económico de las empresas privadas extranjeras pasó al Estado.

Fue un punto de quiebre. Las nuevas empresas productoras de petróleo, sucesoras directas de compañías muy bien organizadas y asesoradas por estas, pasaron a manos de venezolanos educados y entrenados, pero empleados del gobierno al fin y al cabo.

La economía del país fue cada vez más dependiente de los precios del petróleo y de su producción. Con la estatización del petróleo, se eliminó el último vestigio de propiedad privada.

Aquí empieza el razonamiento que deseo hacerles.

El gran problema de Venezuela, la mayor de sus dificultades es que sus ciudadanos no tienen prácticamente propiedad privada. Hay reductos, pero sigue siendo el Estado, quien detenta la mayor parte de la riqueza (que sigue siendo el petróleo) y la maneja a su voluntad, priorizando los intereses políticos, partidistas, populistas. Es un Estado poderoso, omnipotente.

Los políticos, en el poder son los dueños y señores. Utilizan esa riqueza a su libre albedrío repartiéndola entre ellos mismos, los empresarios y demás ciudadanos. Por décadas así ha funcionado el país.

Luego de la crisis bancaria de 1994, la mayor del mundo en relación al PIB de un país (más de 17%), hubo una enorme inflación inducida por el gobierno, quién decidió liquar lo robado por los banqueros, convertido en deudas del gobierno, haciéndolas de toda la población. También bajaron los precios del petróleo.

A partir de esta coyuntura los venezolanos, no siendo verdaderos dueños de su país, ni de su riqueza y abrumados por la inflación, reaccionaron entregando el poder a un desconocido, que formaba parte de una banda maligna de bandidos irresponsables. Las consecuencias la estamos viviendo y la sufriremos por generaciones.

El país cayó en manos de narcos, terroristas, países extranjeros y malos venezolanos. Pasarán generaciones antes de que podamos recuperarlo.

Siendo la esperanza lo último que se pierde, deseamos, que venga un cambio.

Ese cambio debe corregir el error que culminó al estatificar por completo el petróleo, sin participación de los ciudadanos. Se debe recuperar el concepto de la propiedad privada.
No será fácil. Hoy vemos como se hacen planes y se dan recomendaciones para reconstruir el país. Pero, sin establecer, inequívocamente la prioridad esencial, que es la propiedad privada.

Para ello propongo, que se elabore, para su uso, un Manual de la propiedad privada. De todo.

Debe retornárseles a los venezolanos la propiedad de los activos de su país, que están en manos del gobierno, se deben privatizar todas las empresas del Estado.
Debe restituírseles a los venezolanos la propiedad de todo lo que hoy maneja el Estado.

Sin propiedad privada no hay libertad. Sin libertad no hay crecimiento, ni prosperidad, ni riqueza.

La reconstrucción del país debe basarse en que los habitantes sean sus dueños, sus propietarios.

Hemos vivido por décadas del Estado. En lugar de tener un gobierno que viva de los ciudadanos, ha sido lo contrario. Vivir de subsidios debe acabar. La figura debe ser propiedad privada y trabajo productivo y creador.

Un gobierno limitadísimo. Reducido a sus actividades esenciales de justicia, orden público, relaciones internacionales. El gobierno debe mantener el orden entre los ciudadanos, evitando los monopolios y facilitando la competencia.

La industria petrolera y demás activos deben pasar en su integridad a manos de los venezolanos.

¿Cómo hacerlo?. Hay que empezar de cero. Cada uno de los venezolanos es propietario. Evidentemente esto genera una infinidad de preguntas y consideraciones a las que hay que hacerles frente. De lo que no hay ninguna duda es que el esquema tal como existe en la actualidad, no es viable, está completamente destruido y debe ser sustituido por otro.

¿Quién distribuye? ¿Cómo se asigna? ¿Cómo se transmite la propiedad? ¿Vendrán concesiones? ¿Cómo se negocian las participaciones?. ¿Cómo se reciben las ganancias y reparten los beneficios?. Esas y muchas interrogantes deben y pueden ser resueltas.

La función del gobierno será de arbitrar que no se cometan irregularidades, que no se formen monopolios, ni carteles, que funcione la competencia. No tendrá el gobierno ninguna función en la administración, ni en el manejo de las empresas.

Se debe comenzar a trabajar partiendo de esta base, de que todo es privado, para que funcione el país, funcione y pueda motorizar el crecimiento.

Segundo punto:

Educación

El fundamento de una sociedad es la educación de su población. Los mayores esfuerzos deben centrarse en ello. El éxito del país depende de la educación de su población.

En Venezuela hay una oportunidad. Durante muchas décadas, desde la independencia, se ha fortalecido la organización militar, las FANB. Tienen más generales y oficiales que cualquier ejército del mundo. De esta organización sabemos poco, excepto su tamaño desproporcionado, que es enormemente dispendiosa, inútil e hipercorrupta.

Las FANB no han luchado para defender a Venezuela y a los venezolanos sino han sido aliados y cómplices de los ocupantes del país. Para que comience el cambio deben ser eliminadas.

Esas FANB no les sirven a los venezolanos para sus necesidades reales. Pero muchos de sus integrantes pueden ser empleados para desarrollar un sistema educativo global que implique elevar los conocimientos y dote de disciplina y orden a los ciudadanos.

Todo en manos privadas. Así es Fe y Alegría convertida en un modelo internacional y así hubiese sido el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles si hubiese vivido del sector privado y no de las ayudas y dádivas del Estado.

Para finalizar quiero expresar mi agradecimiento y apoyo al IID por su incansable e inteligente labor en defensa de la democracia, los derechos humanos, la libertad.

La entrega de premios del pasado 26 de Octubre a Luis Almagro, Jorge Lanata, Aída Levitan fue un acto de extraordinaria importancia.

Cuenten con mi apoyo y esfuerzos para continuar tan relevante trabajo.