En Venezuela los hechos que potencian la crisis económica, política y social se entrecruzan atropelladamente como en un tornado de grandes proporciones, que todo lo arrasa.
En esto coinciden tirios y troyanos que analizan con objetividad y preocupación la crítica y demoledora situación de Venezuela. Dos de ellos, el banquero Oscar García Mendoza y el jesuita Luis Ugalde, quienes concuerdan en que la situación del país es insostenible.
Oscar García Mendoza lo resume en su artículo Resignación, “la educación, la infraestructura, la salud, la industria, el estado de derecho, la justicia, todo, absolutamente todo en Venezuela va por un despeñadero, destruyéndose”.
Y Ugalde en la entrevista que le hiciera Alonso Moleiro para Prodavinci: Objetivamente, como están las cosas, “el país luce inviable. Con este gobierno no hay salida. Y con la oposición, tal como está, tampoco. Con los datos económicos y sociales que tenemos, la situación se vuelve imposible de llevar y el malestar social se agrava”.
No hay más tiempo para rectificar el rumbo, pues como afirma Ugalde “si usted tiene el enfermo en emergencia, tiene que atenderlo. Luego puede ocuparse del régimen de comida o de decirle si puede caminar. La emergencia no está en 2019: estaba en el 2014 y ahora en el 2015”.
Es como puntualiza García Mendoza “mientras más tiempo pase peor estará la condición del país, peor la educación de sus habitantes, peor su salud, peor sus capacidades competitivas, peor su infraestructura…”.
La solución está como viene sostenidamente planteando VenEconomía en la restitución del Estado de Derecho y de Justicia; en la rectificación de las políticas económicas, en el respeto a la propiedad privada, en el desmontaje de los controles; en el volver a respetar las libertades civiles y políticas. En resumen en la vuelta a la democracia.
Ugalde bien lo dijo a Moleiro, entre las posibles salidas está la rectificación del gobierno pues “en este momento no hay carisma ni hay dinero, y nos encontramos con deudas vencidas para mañana, además de una desilusión general de la población”y este si “quiere cambiar, rectificar, obtener legitimidad, tiene que comenzar por reconocer que con este modelo no habrá inversiones, ni préstamos, ni confianza ni podremos salir de este atolladero”.
Para Ugalde en este año hay oportunidades, y ninguna descarta a la otra:
Una se basaría en dos hechos políticos que están a la mano en 2015: Las elecciones parlamentarias y el terrible malestar del país “con un gobierno que no sabe qué hacer y que anda dando largas”.
“Aquí no hay nada que poner entre paréntesis con respecto a la consulta de este año: son elecciones, es una palanca, es un poder público fundamental, en un año crítico con un gobierno profundamente desprestigiado, con un abastecimiento de terror, que se pondrá peor. No puedo salir a decir: esto sí pero aquello no. Son opciones que deben ir juntas, incluso con tendencia a que se refuercen”.
La otra, como plantea Ugalde a lo largo de la entrevista de Moleiro se abre en dos alternativas: que el gobierno que tenemos cambie radicalmente su estrategia y mejore la situación o sea que es sustituido por otro. No veo otra”. Y si como es previsible, dado los precedentes, no pueda darse un cambio radical con este gobierno, la rectificación debe llegar por “un cambio civil adoptado en mecanismos constitucionales, si es posible pactados en lo mínimo”, incluso con los mismos actores políticos.
No es viable ni aceptable resignarse a que siga creciendo la crisis de manera exponencial, pues como acertadamente afirma García Mendoza, “la resignación es una ilusa fórmula de esperanza”.