Durante casi todo el período del castrochavismo los mercados han tenido alta liquidez monetaria. Ha sido producida por el gasto público desmedido y el control de cambios férreo. La liquidez crea una ilusión de prosperidad y el control es una fuente de corrupción.
Cuando hay mucho dinero en la calle, cuando el gobierno gasta de forma exagerada todos, de una manera u otra, reciben efectivo, con el que pueden acceder a la compra de bienes y servicios. Si mucho dinero está detrás de pocos bienes estos suben de precio. Es la Ley de la Oferta y la Demanda. Esta teoría no es nueva, la Escuela de Salamanca del siglo XVI hablaba de ella.
El gasto desmesurado, la enorme liquidez producen inflación y escasez. Suben los precios de los bienes y servicios y todo comienza a desaparecer. Inflación y escasez.
Un sector de las empresas del país lo siente de forma distinta. Ese sector es la banca. Cuando hay mucho dinero en la calle este termina depositado en los bancos que son los agentes de intermediación. Reciben el dinero de los agentes superavitarios (los depositantes) y lo colocan a un interés diferencial entre los deficitarios (los prestatarios) obteniendo un beneficio. Cuando la liquidez es grande los intereses tienden a bajar -tanto los activos como los pasivos-. Tienen mucho dinero en sus cuentas y deben prestarlo.
La banca en estos momentos tiene una enorme, gigantesca, liquidez y enfrenta dilemas: ¿Cómo hacer para rentabilizar la operación? ¿Cómo prestar ese dinero a deudores solventes? Resulta difícil y frustrante. El gobierno, que ha producido el incremento de la masa monetaria, se da clara cuenta y la utiliza entonces para obtener sus fines.
Crean los créditos dirigidos u obligatorios. Se les impuso a los bancos, bajo pena de enormes y desproporcionadas multas, prestar porcentajes importantes del dinero de los depositantes a sectores que no llenan las condiciones requeridas para que los depositantes estén garantizados.
También, aprovechando la liquidez, emiten bonos y letras del tesoro, sin provisión de pago, para continuar incrementando el gasto corriente y por ende la ilusión de bienestar que creen los mantendrá en el poder. El BCV imprime dinero sin respaldo que termina en la banca.
Esta combinación es explosiva. La banca, aparentemente, luce solvente. Al existir mucha liquidez si un deudor no le puede pagar al banco X, le es sencillo acudir al banco Y, quien le prestará. Si el gobierno no tiene como cubrir los pagos de los bonos y las letras que ha emitido, simplemente emitirá más y los bancos se las compraran. Este círculo vicioso no dura por siempre.
En algún momento o las circunstancias o algunas mentes sensatas deberán decidir que la inflación no puede continuar, pues afecta muchísimo a los más pobres y detiene el desarrollo de la economía. La receta, universalmente aceptada, es reducir la liquidez y realizar una serie de ajustes coherentes. Se incrementan los intereses, se reduce el gasto público, se suben los encajes legales a los bancos, se libera el cambio, etc. Cualquiera de esas medidas, o una combinación de ellas, tendrán un efecto detonante en la banca.
Al reducirse la liquidez comienzan las dificultades. Con tasas de interés más altas muchos de sus deudores no les podrán pagar (la morosidad) y los depositantes aspiraran a mejores tasas, con lo cual se reduce el diferencial, o se hace negativo. Si se aumenta el encaje legal entonces una buena parte de la liquidez del banco se queda sin remuneración y ello incide en sus resultados. Los bonos y letras del tesoro dejan de ser atractivos y pueden tener dificultades en su pago. Además la mayor parte de los depósitos de los bancos es de personas jurídicas que esperan la disponibilidad de divisas para efectuar transferencias.
La banca no ha vivido por muchos años una situación de iliquidez. La última fue a principios del milenio, luego del paro, cuando los bancos tuvieron que solicitar al gobierno que impusiera el control de cambios.
Aquí está el problema. ¿Cómo hará la banca para enfrentar la iliquidez?