Los controles de cambio, siempre dañinos, son a veces necesarios por la circunstancias. Por ejemplo, en Europa después de la II Guerra Mundial, los países estaban sin divisas y se impusieron.
En Venezuela ha habido varios. Betancourt devaluó y controló. Lo mismo hicieron otros gobiernos. Caldera hizo dos mínimas revaluaciones, más por soberbia que por necesidad.
Durante esta dictadura castrochavista hemos vivido bajo control de cambios. Al principio fue por salida de divisas. Había liquidez y muchos bancos vieron reducir sus depósitos y «conversaron» con las autoridades. Éstas, todavía iniciándose, lo hicieron con temor, pero luego se dieron cuenta que era un arma política poderosísima para lograr sus objetivos de destruir, robar, controlar. Decidieron continuarlo, aún cuando subió el precio del petróleo y no era necesario.
Ha sido un control férreo, sin resquicios, muy inflexible y propenso a la corrupción. Era necesaria una válvula de escape pues de lo contrario colapsaría la economía. La primera fueron las Notas Estructuradas. Quien tuvo la idea fue maquiavélico. Fue un mecanismo complicado, en el que bancos extranjeros empaquetaban bonos de diversos orígenes para luego venderlos en el mercado interno y después en el externo obteniendo jugosas comisiones y enormes diferenciales.
Esas notas eran asignadas directamente a sus mejores amigos. No había ni subasta, ni auditoria, ni transparencia de ningún tipo. Cuentan que muchos banqueros pasaban las tardes de los viernes esperando la llamada y que cuando la recibían se iban a celebrar.
Estas operaciones, completamente fraudulentas, dejaban a un grupo de relacionados con el régimen enormes utilidades. Las justificaban, internamente, diciendo que siendo el Estado el originador de la operación esta era legal, e -insólito- si no la hago yo, la hace otro. Fueron un empujón al precipicio.
Han continuado con el control y utilizado otros hasta el caos de hoy día, cuando hasta mismos íntimos colaboradores del régimen hablan descaradamente (pero por supuesto nadie hace nada) del enorme tamaño de la corrupción.
De todos los tipos de operaciones las más lucrativas, y en las que han estado involucrados un mayor número de personas para dejarles la mayor utilidad (o mayores pérdidas para los venezolanos) han sido las operaciones de cambio.
Nada dura por siempre. A pesar de que el promedio del barril de petróleo venezolano supero los $. 100 en algún momento la realidad se impondrá.